Los espacios que habitamos vibran, captan la vibración de los objetos, los colores, las palabras, nuestro estado emocional y los aromas. Los espacios están vivos, tienen vida. Hay una conexión constante con el entorno y con las personas que los habitan: dan y reciben.
Es muy importante respetar los espacios que habitamos, cuidarlos física y energéticamente, si yo no respeto a los espacios, ellos no me van a respetar, me van a tirar toda la información densa que se ha quedado acumulada. Esa vibración densa al entrar en nuestro cuerpo y mente nos puede llevar a sentirnos agotados y con malestar. Yo tengo dos ojos, nariz, boca…y a cada uno le doy su espacio, pues lo mismo tengo que hacer con el espacio que habito; es preciso darle su lugar y cuidarlo adecuadamente.
En este libro vamos a ver diferentes niveles de cuidado del espacio, cada uno de los temas trabaja una capa informativa. Las personas y los espacios tenemos capas informativas superpuestas unas a otras, como las capas de una cebolla.
Te invito a investigar, a profundizar. Vas a sorprenderte gratamente, vas a descubrir que la vida tiene más profundidad de lo que creías.
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